Un matrimonio vivió un encuentro extraordinario en la Quebrada de Luna. Acompañados por un ser desconocido, vieron una ciudad en un lugar donde no hay nada, e inexplicablemente perdieron más de 90 minutos.
Por Marco Bustamante
Lo que vamos a contar a continuación en este articulo exclusivo de Diario Crónica, podría parecer un guion de ciencia ficción. Pero ocurrió. Y no en una remota base militar ni en un laboratorio secreto, sino en las sierras cordobesas, a plena vista de todos y de nadie.
El 30 de enero pasado, Luis y Marcela, un matrimonio de Junín que vacacionaba en Quebrada de Luna, Córdoba, vivieron una experiencia tan inquietante como inexplicable. Todo comenzó como una excursión más: habían hecho base en unas casas geodésicas del lugar. Después del almuerzo, decidieron ir a un lugar del que habían oído hablar: Puertas del Cielo.
“La primera vez fuimos de día. Paramos la camioneta en la entrada, que da al valle de Ongamira. Hay una tranquera con un cartel que dice ‘Prohibido pasar’. Así que no cruzamos”, recuerda Luis.
Pero lo que parecía una simple visita turística, se transformaría días después en un episodio tan extraño que cambiaría su forma de entender la realidad.
El jueves 6 de febrero, decidieron regresar, esta vez de noche. Llegaron a las 00:15. El cielo estaba estrellado. El ambiente, sereno. Pero entonces, todo cambió.
“Estábamos en la camioneta, hablando con mi esposa, cuando a mi izquierda aparece una figura humana. Nunca le vimos la cara. Tenía una luz en la frente. Nos preguntó: ‘¿No van a subir?’”.
Luis aceptó. Marcela, con temor, no quiso quedarse sola y lo acompañó. Cruzaron la tranquera. Delante iba el hombre, luego Marcela, y detrás, Luis iluminando con su celular. Un sendero que, según él, no debería tomar más de 13 minutos.
“Pasamos una pared de piedras y él dijo: ‘Ahí tenés la ciudad de Erks’. No tenés idea de lo que vimos. Una especie de ciudad luminosa, con luces rojas que terminaban en puntitos blancos. Todo cubierto por una nube. Pero ahí, ahí no hay nada.”
El ser siguió unos metros más y apagó su luz. El miedo se apoderó de ambos. Marcela cayó al suelo. Al levantarse, agarró dos piedras para defenderse. La tensión era insoportable. Decidieron volver.
“Mirábamos hacia atrás, pero ya no veíamos la luz. El tipo no venía. Al llegar a la camioneta, nos dimos vuelta y ahí estaba. Le pregunté dónde tenía el auto y dijo ‘más adelante’. Pero sabíamos que no había nada adelante. Hizo cinco pasos y desapareció.”
Pero lo más inquietante no fue eso. Cuando comenzaron el ascenso, eran las 00:15 a.m. Cuando miraron el reloj, ya en la cima, marcaba las 2:06. ¿Cómo podía ser? El trayecto no toma más de 15 minutos. Sin embargo, habían pasado al menos 90. ¿Qué ocurrió durante ese tiempo perdido? ¿Qué vieron realmente? ¿Quién era el ser que los guió?
Al día siguiente volvieron al lugar. No había ciudad. No había luces. Nada. Solo piedras, arroyos y monte.
“El cielo está bajo hoy”, les repitió tres veces el extraño guía durante la caminata. Esa fue casi toda su comunicación. Frase críptica, abierta, imposible de descifrar.
Consultando con locales, les hablaron de un perro guía que aparece en el lugar o de un ser que se manifiesta, acompaña al visitante hasta la cima y luego desaparece.
Luis lo resume con una mezcla de asombro y decepción: “Esperaba que apareciera una nave. Una luz. Eso esperábamos. No que apareciera un ser y que perdiéramos una hora.”
Las preguntas siguen abiertas: ¿Qué era esa ciudad luminosa que vieron desde lo alto? ¿Quién era el ser que los condujo hasta allí? ¿Qué ocurrió realmente durante esos 90 minutos que no recuerdan? Una vez más, en las sierras de Córdoba, lo imposible se manifiesta sin aviso. Y quienes lo viven, ya no vuelven a ser los mismos.
RECUADRO
Mientras elaborábamos este informe, nos comunicamos con Fede Cavallin, reconocido investigador radicado en Capilla del Monte, quien recientemente fue testigo de la aparición de una figura similar en la misma zona. Lejos de mostrarse sorprendido, Cavallin confirmó que el valle ubicado a los pies del mirador conocido como Puertas del Cielo es un sitio particularmente activo en cuanto a fenómenos anómalos.
Según el especialista, en ese lugar se manifiestan con frecuencia los llamados Xendras, portales dimensionales que se presentan como intensos focos de luz. Además, sostiene que quienes han descendido a las zonas más profundas del valle aseguran haber hallado enigmáticos círculos de piedra, los cuales —según relatos sostenidos en la tradición esotérica— funcionarían como puntos de contacto con entidades no solo extraterrestres, sino también interdimensionales.
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